“Teresa de Jesús padeció enfermedades constantes,
pero su capacidad de recuperación le permitió viajar y vivir experiencias
extrañísimas en mujeres. Luchó y reivindicó un espacio físico propio para las
mujeres y que se reconociera su dignidad. Se enfrentó a la Iglesia establecida
mientras defendía un modelo personal de búsqueda de la verdad y de Dios como algo
íntimo, privado y personal. Rompió con los prejuicios de clase y admitió en sus
conventos a personas conversas, en un momento en el que judíos y moriscos
estaban aún siendo quemados por su sangre o procedencia. Supuso la irrupción en la Iglesia de un
pensamiento original, creativo y único por parte de una mujer.
Con todas sus contradicciones, defectos,
debilidades, errores y precipitaciones, continúa siendo un modelo de referencia para muchas personas, cristianas o no, que
ven en ella todo aquello que desearían encontrar en sí mismas.” – Espido Freire
Teresa de Cepeda y Ahumada ha cumplido sus primeros quinientos
años de vida, y su figura y sus palabras llegan a nosotros tan intensos como lo
fueron en su época: puede que incluso más, a través de una voz muy especial, la
de Espido Freire, quien a modo de diario comparte lo que podría ser un mes con
Teresa de Jesús. Un mes que le ofrece al lector el resultado de haber pasado, a
su vez la autora, varios meses con Teresa, con la intención de
acercar a la vida real una forma de afrontar la existencia que puede tener
sentido en nuestros días.
Parte biografía alternativa, parte meditación sobre sus
pensamientos y frases más relevantes, Espido Freire dialoga con Teresa sobre la
dificultad de ser mujer en un mundo de hombres, el conflicto entre la
espiritualidad y la acción, el espíritu de superación, la enfermedad mental, la
escritura como terapia, los viajes, el ansia por el conocimiento, la necesidad
del buen vivir/del buen morir, las relaciones con la familia como fuente de
crecimiento o delimitación, la amistad hombre mujer, la vida
contemplativa… hasta construir una completa y original guía de vida.
“Si Teresa hubiera nacido hace treinta años, en
lugar de en 1515, no encontraríamos demasiadas diferencias. Teresa hizo en el
siglo xvi lo que le dio la gana (la mayor parte del tiempo), y lo haría ahora,
no sabemos si crecida por las facilidades que le darían, o algo suavizado su
carácter porque no sería necesaria tanta lucha.
Este mes con Teresa le ofrece
al lector el resultado de haber pasado,
a mi vez, yo, la autora, varios meses con ella. Han sido meses divertidos y
agotadores, porque resulta complicado entrar en una cabeza ajena, con un
torbellino de planes, ideas sobre el misticismo y formas de oración,
entremezcladas con demandas económicas y amistosas, como era la de la Santa.
Este ensayo está pensado para ser leído de día en
día, no necesariamente en el orden propuesto: así, la biografía de la Santa
salpicará en orden no cronológico los capítulos, y las anécdotas más señaladas
pueden repetirse más de una vez. No pretende ser un ensayo que estudie únicamente
su vida o la dimensión de su figura. Intenta ser, sin más pretensiones, una forma nueva de verla, una forma de
tener presente en nuestro día a día otra voz, otra imagen, otra forma de vida.”
– Espido Freire
“Teresa, sencillamente, optó por
obedecer las normas a su manera. Era práctica hasta la exageración,
con una visión de su entorno y su realidad instantánea y sorprendentemente
acertada. No podía plantearse un mundo regido por mujeres, o en el que éstas
fueran iguales a los varones salvo dentro de los muros de un convento, y fundó todos los que pudo. Sabía que el
poder, salvo en el caso concreto de algunas viudas ricas que podían ayudarla,
(y a las que frecuentó todo lo que pudo) se encontraba en manos de los hombres,
y a ellos se dirigió, humilde, cuando fue necesario, insistente, y con un poder de seducción que nadie le negó
nunca.”
“Si se convirtió en quien llegó a ser (poeta,
escritora, mística, ideóloga) partiendo de una
educación básica, de algunas lecturas de caballería en su infancia y otras
religiosas durante el resto de su vida, ¿hasta
dónde podría haber ascendido si hubiera contado con un aliento y un
refuerzo intelectual serio, que hubiera calado en su gran inteligencia e
intuición?” – E.F.
“Se atreve a gritarle a su
entorno, misógino, conservador e inmovilista, que ya no necesita que la guíen, que ella sola puede marcarse el camino, y
además, indicárselo a otras. No contenta con eso, decide recuperar unos
rigores para la vida y la oración que muchos consideran una muestra de
fanatismo, y otros, un reproche para quienes disfrutaban de riquezas y
comodidades eclesiásticas. Y lo que es más, todo eso proviene de quien, desde
hace años, es la comidilla de Ávila
por sus visiones y sus levitaciones, una monja quisquillosa y que ha cambiado
tantas veces de confesor que posiblemente no tenga claras ni sus ideas, ni las
de la Iglesia. Además, ¿no es de sangre conversa?”
“Teresa padeció mucho de espíritu. Su
mente atravesó tormentas y tormentos, y muy
pocas veces encontró la paz, sobre todo durante sus primeros cuarenta años.
Vivió momentos de una gran inestabilidad psicológica, y de una somatización que
le hacía sentir en carne lo que elaboraba en su cabeza. Y lo cierto es que su salud mental
continúa resultando un misterio, por mucho que
ella se esfuerza en describir algunos síntomas.” – E.F.
“No recuerda en su vida ningún momento en el
que no estuviera aterrorizada por las
imágenes de condenación y del Infierno. Era una niña muy pequeña cuando ya
le obsesionaba el fuego eterno, y la posibilidad de caer en él. Por otro lado,
su familia se encontraba hostigada por otro peligro mucho más real, pero que podía
conllevar también ser quemados: debían ocultar, al precio que fuera, que eran conversos
recientes.”
“Teresa parece gozar de buena
salud física durante su infancia y gran parte de su juventud. Sin embargo, eso
cambia cuando pasa poco de los veinte años, y enferma de manera repentina y muy grave. Tras unos días en coma,
Teresa despierta, logra abrir los ojos y regresa de la muerte, completamente
paralizada. Es posible que contrajera una encefalitis viral, y las
consecuencias físicas fueron dramáticas: no pudo volver a caminar en cuatro
años (cierto que luego se resarció) y no volvió a gozar de buena salud.”
“A raíz de esa enfermedad
comienza a experimentar las visiones y los éxtasis. Desde luego, y a
diferencia de otras iluminadas o de monjas histriónicas que intentaran
atraer la atención con aspavientos, Teresa vivió
esos momentos con una mezcla de regocijo y pavor. Cuando tuvo claro, en su
fuero íntimo, que era un don de Dios, y no una tentación diabólica, les restó
importancia y se convirtieron, más bien, en una molestia. Le hacían perder el
sentido en los momentos más inoportunos y la hacían destacar aún más, que no
era lo que deseaba en un convento
plagado de cotilleos, insidias y luchas de poder.”
– E.F.
Espido Freire debutó
como escritora con Irlanda (1998), novela que recibió una
espléndida acogida por la crítica y fue galardonada con el Premio Millepage. En
1999 apareció Donde siempre es octubre y seis meses más tarde
se convertía en la ganadora más joven del Premio Planeta con su obra Melocotones
helados (1999). Sus otras novelas son Diabulus in musica (2001), Nos
espera la noche (2003) y Soria Moria (ganadora del Premio
Ateneo de Sevilla 2007). Es autora, además, de varios ensayos, colecciones de
cuentos, una novela juvenil y un libro de poemas. En 2005 aparece La
diosa del pubis azul, una novela policíaca escrita a cuatro manos con Raúl
del Pozo y en 2011 La Flor del Norte . La crítica la ha reconocido
como una de las voces más interesantes de la narrativa española y ha sido traducida
a una quincena de idiomas.
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